jueves, 30 de octubre de 2008
Callejero
¿Qué será mejor?
miércoles, 29 de octubre de 2008
Jugadas Inocentes
Me gustaba ir a los torneos porque era conocida.
Recuerdo que cuando decían el nombre de algún competidor, y después de un breve momento decían: contra Cortés - Fernanda, la niña o el niño temía y daba por perdida la partida que ni siquiera había empezado a jugar.
Pero cuando fui creciendo un poco y tenía fama al momento de tocar un tablero, cuando las piezas de los otros jugadoras eran movidas por miedo a que las mías los destrozaran sin piedad. En ese momento sentí mucho presión en mí.
De un momento a otro mi mamá siempre me iba a ver a los torneos regionales, a los nacionales y demaces no podía, por lo que los que eran dentro de la región no se los perdía. Llamaban mis profesores para ver qué lugar había sacado, y mi entrenador para ver cómo estaba jugando.
Hasta que en un campeonato perdí contra una niña que no era mejor que yo, y recibí muchos retos.
No me sentía mal por haber perdido, a cualquier persona le podía haber pasado, pero si por la manera en que me trataban cuando perdía.
Fue entonces cuando mi entrenador me dijo que viera una película que trataba acerca de Boby Fisher. Yo, no muy contenta con la idea, la compré.
Jugadas inocentes, no trataba solamente del gran ajedrecista Boby Fisher, si no que de un niño que aprendió a jugar ajedrez mirando a otras personas, tenía mi edad en ese entonces. Descubrieron que tenía talento para jugar, y lo hicieron entrenar, ir a todos los torneos. Entonces le pasó lo mismo que a mí, claro que en mayor escala, su nombre recorrió todos los Estados Unidos. Hasta que perdió. Desde ahí se desenvuelve una trama muy interesante en la película.
Mientras la miraba, me iba sintiendo mucho mejor, y me di cuenta que no hay que ser tan frío y calculador para jugar ajedrez, aunque así lo crean muchos que están enredados en su círculo.
Este año
sábado, 25 de octubre de 2008
Ajedrez
martes, 21 de octubre de 2008
Basura
Quiero respirar aire puro, ver un hermoso paisaje, y recostarme en aquel pasto verde que tanto nos hace soñar.
Camino a los lugares donde más me gusta estar. Pero cada paso va extimguiendo más mi cansada sonrisa.
Ver todas las esquinas sucias me trae tantas interrogantes a la mente ¿A caso no sabemos que destruimos donde nosotros mismos vivimos? Ciertamente en esta faceta el comportamiento humano deja bastante qué desear.
Es cierto que de los seres vivos, nosotros somos los que tenemos más capacidad de razocinio, pero tambien somos los unicos seres vivos que aun razonando destruimos la misma tierra en que vivimos.
Veo aquellos carteles con cara de gente que tiene de persona lo que yo de estatura.
Ensucian con mentiras las calles de nuestra ciudad.
Observo cómo un señor que ha terminado su cigarro deja caer éste en el primer punto de a calle haciendo de el parte del paisaje.
Después veo a un niño abriendo un helado dejando caer el envoltorio en donde planeaba sentarme a visualizar a la gente pasar apurada dejando su basura en cualquier lugar.
Llego al parque Don Bosco.
Quiero sentarme en aquella banca que me trae tantos recuerdos gratos, cuando me encuentro con la sorpresa que a su alrededor esta lleno de botellas rotas, colillas de cigarros, papeles de comida, confort, y hasta preservativos. Todo aquello ensuciando este lugar tan bonito.
Me marcho triste de aquel lugar pensando en cómo la gente deja tirada a basura como quien dice un comentario desagradable al aire. No será completamente lo mismo, pero ambos apestan el ambiente.
Camino hasta el Cerro de la cruz, y el panorama es el mismo, toda la vista hermosa y aquel airecillo que te llega a la cara es opacado por los cachibaches que deja la gente.
Siempe he pensado que lo que no sirve tiene que ser eliminado, pero no tiene que ser dejado en cualquier lugar, porque ¿Quié sabe? Podemos toparnos con aquello de lo que tanto quisimos dejar atrás.