miércoles, 29 de octubre de 2008

Este año


- Es que el año es bisiesto -

Ese fue el comentario que gatilló miles de pensamientos en mi mente.

La opinión fue formulada mientras otras voces decían que este había sido un mal año.

La gente supersticiosa dice que los años bisiestos peores que los otros años que no lo son. Siéndoles sincera no tengo claro el por qué, y no me interesa mayormente saberlo. No soy supersticiosa al extremo (Creo que trae mala suerte).


Para añadir una opinión a la conversación dije que este año había sido bueno para mí,

y me tomaron con gracia aquellas palabras, me comenzaron a hacer bromas.

Pero aunque hayan tomado de forma liviana aquel comentario, es cierto, no tengo de qué quejarme frente a este año que se va, ya que mayormente cosas malas no me han sucedido.


Sin darme cuenta, este año se está consumiendo como un cigarro ante mis ojos.

Cada día se va y se pierde en los recuerdos, como el humo en el aire, sin yo poder hacer nada por detenerlo. Pero cada segundo es disfrutado al máximo para no arrepentirnos de lo que pudimos haber hecho y no hicimos.


Eché un vistazo a este año, y si me quejara de el, sería de llena simplemente.


En estos meses conocí a gente maravillosa que me ha ayudado y que quiero mucho.

He mejorado las relaciones con otras personas con las que creí que no nos entenderíamos.


Mi mejor amiga y su pololo tuvieron a su primera hija, Ayline Constanza.

Estuve ahí con Yordana, apoyándola y compartiendo aquel hermoso momento único.


Estuve y estoy acompañada de un joven que se ganó mi corazón de una manera que jamás creí que alguien se lo ganaría. Espero yo también haberme ganado el de él.

Cada momento juntos es único, y aunque no negaré que hemos tenido más de algún inconveniente, hemos sabido llevar cada uno de nuestros carácteres, y al parecer lo hemos hecho bien en estos doce meses.


Tengo una casa propia,

y creo que ha sido todo un logro no haberla hecho explotar en todo este tiempo.


Para qué mirarle el lado negativo a las cosas frecuentemente, si cuando estamos en el lugar que siempre quisimos estar, todo aquello que hizo que estemos ese momento ahí,

haya sido bueno o malo, se transforma en un recuerdo agradable.


"Dios pone al dolor tan cerca de la alegría, que muchas veces solemos llorar de felicidad".